Es curioso como somos los seres humanos, y por añadidura, nuestras formas de relacionarnos con nuestros semejantes. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, estamos compitiendo con alguien. Competimos por ver quien coge antes el ascensor, si nuestro vecino o nosotros. Competimos por llegar antes que la vieja de turno en la cola del autobús. Competimos con nuestros compañeros de trabajo e incluso con nuestro cuñado acerca de los viajes y coches que tenemos.
Pero todas esas competiciones son superficiales, no van más allá como rivalidad casi infantil, una muestra de egos de sociedad globalizada, sino como una confrontacion entre dos personas hacia el objetivo común de superarse a si mismos y de intentar ir más allá de los límites establecidos.
Es por ello que tanto el deporte de cierto nivel, no el estratosférico que pierde toda su razón de ser original, como las competiciones de destreza mental, son algo motivador. Aunque nos sintamos mal porque en un momento dado tenemos que perder, no podemos estigmatizar a aquellos que no han podido ir más allá de los límites que solo unos privilegiados han llegado a alcanzar en sus respectivos campos.
Por esta y por muchas otras razomes, en nuestro querido país de la piel de toro no se está acostumbrado a la competitividad, siempre anulamos el mérito menoscabándolo de un modo u otro.
Es una pena que, por ejemplo en el campo de los videojuegos haya una fuga constante de cerebros hacia otros mercados mejor remunerados y reconocidos, y en el campo de los jugadores profesionales, no existan como tal. Iniciativas como la de nuestros amigos de ñGamers, que celebraron el primer campeonato de españa de videojuegos los días 6 al 9 de julio, lo intentan subsanar para que en el futuro que nos aguarda vosotros seáis los campeones.
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