“La trilogía del Vatídico” de Robin Hobb
Para esta segunda entrega, tengo que comenzar dando de nuevo las gracias a nuestro compañero de La Parada de los Monstruos, Mortzestus, por haber sido el responsable de que me haya acercado a esta saga de capa y espada, la cual se aleja de los cánones impuestos dentro del género del que hablaba en el anterior artículo. Bueno, no del todo, o no durante todo el relato como ya veremos después. Pero no adelantemos acontecimientos. Y el haber seguido la recomendación de Mortzestus, es el fruto del conocimiento que él tiene de mi gusto por la fantasía heroica, y creo que era el momento adecuado tras el programa del sábado pasado en el que tratamos la espada y la brujería en el mundo del comic junto con nuestro nuevo Freak Team de Trazos, compuesto para la ocasión por Mortzestus, y Javier Arriola. No podéis dejar de leer sus blogs si sois amantes de todos estas temáticas de la cultura popular, http://mortzestus.blogspot.com y el podcast de Javi Arriola, http://apocalispisfriki.blogspot.com.es
Después de esta presentación publicitaria que acabo de hacer, pero necesaria para comprender las razones por las que he elegido esta lectura, vamos a entrar en las razones de fondo que me han hecho considerarla como una obra adulta o con contenidos adultos dentro de este género de capa y espada tal y como reza el título del artículo. El autor o autora en este caso, Robin Hobb, es el pseudónimo bajo el que se esconde la novelista californiana Megan Lindholm, la cual comenzó su andadura como escritora de cuentos infantiles, y tardó una década aproximadamente en obtener el éxito deseado dentro del género de ciencia ficción y fantasía, un mundo desgraciadamente muy misógino, y en el que la mujer tenía que recurrir a trucos como este, para poder aspirar a vender los más de un millón de ejemplares que logró con sus primeras nueve novelas, entre las que se incluye esta Trilogía de los Vatídico, casi nada.
No esperéis encontrar en ella tópicos del género como: magia (bueno, tal y como la conocemos no exactamente…); razas mágicas como elfos, enanos o gigantes (bueno, elfos como tal tampoco, pero casi…); o animales fantásticos como dragones (hombre, no me tiréis de la lengua que al final cometo un spoiler…). No lo haréis, porque aquí los protagonistas son los seres humanos, con sus virtudes y sus defectos, y la trama está protagonizada por el devenir de los hechos que los unen unos a otros, en la figura del “héroe”, que es el protagonista indiscutible de la historia. Pero no porque el mismo destaque precisamente por sus acciones heroicas, no, si no por ser un…..¿¿¿¡¡¡¡asesino y un bastardo!!!??? A mí que me lo expliquen.
El que se lleva la palma en cuanto ser el más interesante y enigmático de toda la obra, es Chade. Chade ejerce de Sensei del asesino en que se convertirá Traspié con el tiempo, con un oscuro y turbulento pasado que vamos descubriendo mientras avanza la obra, y al cual le unen lazos sombríos con la familia real. Y su adicción a las drogas, algo que me dejó atónito cuando leí esta obra, referencia nada velada a un asunto tan turbio y que se trata de una manera muy descarnada. Por otro lado, el personaje del Bufón, personaje unido definitivamente a la figura de Traspié como “catalizador”, es también enigmático a más no poder, y del cual no se sabe a ciencia cierta si es ni siquiera humano o una especie de elfo, y que está dotado del don de la videncia, el cual mantiene en secreto ya que jugará un papel fundamental en el desenlace de la historia. De importancia señalar la relación de “amor”-odio que mantiene con Traspié. Pero la relación más tormentosa que mantiene Traspié, será con su amor imposible con su amiga de la infancia, Molly, sobre todo por la desazón provocada en el personaje por la asunción de la imposibilidad de llevarla a cabo, y del dolor de asumir que a pesar de ello, no puede luchar contra lo que el destino le tiene reservado.
El lugar que ocupan en la trama los elementos fantásticos, es cuando menos, novedoso y original, y le voy a dedicar el espacio que se merece, porque sin ellos, no se podría entender la historia. Estos elementos son tratados con sumo cuidado y a modo de pildorazos, gotitas que empleadas adecuadamente, hacen que éstos se asuman como parte integrante de la historia sin que molesten en absoluto, y sin que pensamos que estamos delante de un Dragon Ball de la capa y espada como sí pasa en otros casos, a medida que el personaje va asumiendo sus nuevas capacidades “mágicas”. Concretamente estamos hablando de La Maña o capacidad de comunicación con los animales (una especie de Señor de las Bestias pero más limitado, siendo repudiada por el vulgo por ser visto como algo indigno por aquellos que lo practican), y La Habilidad (telepatía a lo bestia, en la que los muy versados pueden influir en el pensar colectivo e individual de los sujetos, y que sobre todo domina en el linaje de los Vatídico). Estos elementos mágicos son usados en la trama para defenderse de los malos, los Corsarios Rojos, los cuales utilizan un poder que no sabe muy bien de donde viene, convirtiendo mediante el mismo a los enemigos en “Forjados”, una especie de zombies en vida, sin voluntad humana aunque con raciocinio, que utilizan el instinto para sobrevivir.
Por último y no menos importantes, tal y cómo insinué al principio de este artículo, el meter en la trama la existencia de seres míticos, aquí llamados Vetulus, una raza mágica que ayudó al reino a salir de una situación muy parecida en el remoto pasado, pero que tiene que ver más con los dragones que con otra cosa. De todo esto solo puedo leer hasta aquí si no queréis tener que cortarme la lengua, pero debo señalar una vez más, que su papel es determinante en el desarrollo de la trama. Y de cómo acaba todo, solo puedo deciros que el final es digno de elogio porque no todo el mundo puede acabar bien una historia, tal y como sí es capaz de hacerlo Hobb, y que todo quede bien atado y con un sentido lógico. Solo puedo confirmar al respecto, que las cosas no acaban bien para todo el mundo, ni siquiera para los protagonistas, aunque sí hay un final de los de “vivieron felices y comieron perdices”. No se le queda a uno la sensación de tomadura de pelo que sí se me quedó un poco a mí después de leer “Festín de Cuervos” y “Danza de Dragones”, pero esa es otra historia y otra discusión. Espero haberos contado los elementos necesarios para que no podáis dejar de leer esta saga, continuando con estos artículos en el futuro tras conocer sobre todo, vuestro feedback necesario e imprescindible para nosotros.
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