“Rompiendo esquemas”.
Si hay algo difícil hoy y siempre, es ser transgresor. Primero quizá deberíamos averiguar qué significa la transgresión para la mayoría, y qué es lo que significa para cada uno de nosotros. La transgresión, a modo de resumen, según varios diccionarios quiere decir “quebrantamiento de normas, leyes y costumbres; provocación en contextos artísticos y literarios; pecado en preceptos morales y religiosos; y la superación de un obstáculo en determinados ámbitos”.
Joder, que bien definido está este concepto según los manuales, y qué bien se puede trasladar a mi concepción individual de lo que significa transgredir. Yo opino que toda persona que se sale de la norma de los comportamientos sociales extendidos y mayoritarios, transgrede. Puede que por eso pienso, que la cultura freak, underground, o aquellas formas minoritarias de disfrutar el tiempo libre, son transgresores por lo que tienen de provocación y de quebrantamiento los cánones establecidos de la cultura popular. Pero no es malo que algo sea provocador, y a su vez lo acepte una gran cantidad de gente, hay veces que las dos cosas van de la mano.
Si el comic o noveno arte es ya transgresor de por sí, por su raíz minoritaria, cada vez más a menudo, mayor número de personas empieza a hacerlo suyo, con lo cual se reúnen esas 2 condiciones que mencionaba antes. Y en el caso de Robert Crumb, es aún más evidente. No podemos afirmar algo tan rotundo como que fue el primer autor underground de la historia del comic, pero sin duda es el más influyente, y el que más ha hecho porque el comic underground evolucione hasta lo que es ahora mismo.
¿Cómo lo ha logrado? Por su capacidad para la transgresión. Por contar cosas que nadie contaba en su momento, por cómo lo contaba y el ámbito hostil al que se enfrentaba, con una sociedad norteamericana tan conservadora como la de los años 60. Sexo, violencia, crítica política. Eso es lo que eran sus comics, y muchos pensaréis erróneamente que Crumb era un hippie porrero flower power, ya que cumpliría todo lo que exige una imagen romántica de lo que tendríamos en la cabeza como un transgresor.
Pero muy lejos de la realidad de esta imagen idílica que muchos tienen acerca de él, Robert Crumb fue más bien un nerdie que escuchaba música Jazz y folkie para inspirarse, y que amaba a las mujeres voluptuosas con grandes cuerpos y exuberantes pechos. Pero su arte es lo que es realmente transgresor, más allá de la imagen de pajillero e izquierdista que tenemos de él. Lo más interesante de su obra, es su propia vida, su autobiografía dibujada por él mismo, y esto me parece acojonante, que alguien sea capaz de lograr que simplemente contando su vida, sea capaz de cambiar la forma de concebir una forma de expresión artística.
Pero por encima de todo es un artista como la copa de un pino, un dibujante genial, experimentador, inquieto, que no se plegó nunca a las leyes establecidas de la industria oficial del comic, y que siempre se mantuvo al margen de ella, y nunca renunció a sus principios. Por ello, y por muchas otras razones, sobre todo para reivindicar su figura. Aunque no somos los únicos, hay quienes lo han hecho en los últimos tiempos por hacer caja o por otras razones distintas a las de reclamar la importancia de su obra.
Os recomendamos fervientemente que os acerquéis a su obra que está publicando muy acertadamente Editorial La Cúpula, porque vais a encontraros a un autor fenomenal, un artista de otro mundo, el Maradona del underground, al enorme Robert Crumb.
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