Basado en hechos reales.
No sé cómo empezar a hablar de mí a estas alturas, sólo puedo retratarme como alguien que quiere contar muchas historias, unas buenas y otras malas, pero todas con mi personal visión del mundo.
Esto del mundo del cómic no es nada fácil, es muy difícil a estas alturas del partido poder contar algo nuevo, cuando ya antes alguien lo ha hecho y seguramente mejor que tú. Sabes con anticipación que ya está todo el pescado más que vendido. Cuando escritores de la talla de Neil Gaiman, han contado todos los cuentos de hadas y de fantasía del mejor modo posible e inigualable, o cuando el genio de genios Mr Alan Moore, desde su barbaza y mata de pelo nos señala diciendo: “jamás llegareis a mi nivel, pequeñines”, si las musas no me inspiran uno tiene que rendirse a la evidencia.
Y es que el único rasgo común que guardo con ellos es el de nuestra nacionalidad. Y bueno, y lo que me dicen algunos de mis colegas del medio, que estamos como una puta cabra. Pero al menos, intento contar buenas historias también, aunque no ralle a su nivel.
Cuando en esta industria desgraciadamente todo está tan jodidamente calculado, cuando está todo hecho para vender miles de tiradas de cómics y merchandising, yo cojo la corrección política y me la paso por mis británicos calzoncillos para poder innovar en las historias que cuento, si realmente es posible lograrlo. Aunque tenga que imaginar las situaciones realmente chungas como cuando escribí Transmetropolitan, aunque tenga que correr incluso la sangre de los superquesos como hice con The Authority, aunque mis personajes tengan que decir tacos y hablar como cazalleros como en… bueno, como en todos mis comics, jeje.
Porque que yo sepa en la vida real no sólo no vamos vestidos de malla por la calle, sino que yo sepa la gente no es 100% buena ni 100% mala, sino que a veces no sólo basta con intentar hacer que los superhéroes parezcan realistas como ya hicieron otros antes que yo. Se trata de desterrar los tópicos y hacer una cosa nueva. Una cosa no sólo creíble y palpable, que además cuente hechos que les hagan realmente pensar como seres humanos y no como señores con poderes, que parezcan personas.
Si es para contar una buena historia, señoras y señores, haré todo eso y mucho más para poder contarla. Para todo ello y unas buenas birras, cuenten con los servicios de Warren Ellis.
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