SIGO SIENDO UN PETER PAN, ¿Y QUÉ?

¡Enfréntate al esquirol!

Como siempre, en estos locos editoriales  suelo constatar mi personal perspectiva o visión diferente que de lo que me rodea, y en muchos de ellos narrar vivencias personales y que de algún modo tengo que denunciar a través de los mismos. Es esta la última, la que os voy a narrar a continuación, queridos amigos freaks.

Me imagino que como yo, muchos de vosotros en diferentes ámbitos de vuestra vida: institutos, universidades, familia o trabajos… os sentís a veces como verdaderos bichos raros. Como si realmente sintierais por dentro que aquellas personas que tenéis enfrente, en ese preciso instante, son de universo paralelo. En la mayoría de esas ocasiones suelen ser mis pobres padres que no sabían que, cuando estaban copulando para traerme al mundo, estaban trayendo a un alien al seno de su raza. Hay veces que me siento como un kriptoniano entre la familia Royuela.

Con todos ustedes, los Royuela.

Puede que esa persona que tienes enfrente y que no te entiende, sea a lo mejor uno de tus mejores amigos de la infancia al que te encuentras por la calle después de mucho tiempo. Con el que compartiste esas aficiones cuando ambos las descubristeis juntos en la infancia o adolescencia … Te ve vestido con tu camiseta de Spiderman o Naruto, mientras él se acaba de bajar de un coche de marca con su mujer que tiene una perfecta cintura de avispa (o no), y una tribu de churumbeles a su alrededor a los que les gustan las mismas cosas que a ti (no os han dicho mil veces la típica frasecita: “anda, te gustan las mismas cosas que a mi hijo”).

En la conversación denotas que te mira y trata con cierta condescendencia, aunque él ni siquiera se para a pensar en si puede que tú también tengas esposa, hijos, trabajo o hipoteca. No, eso da igual. Lo que me jode de esos estereotipos, es que por mucho que creamos que se hayan superado, no se han hecho. Somos juzgados por “esquiroles”, por gente que ha olvidado de aquello que amaba y que se ha refugiado en su perfecta vida de Ikea y, sobre todo y es lo que más me repatea, que les da vergüenza reconocer y salir del armario y admitir que les gustan o les siguen gustando todas esas aficiones de los mal llamados Peter Panes como yo.

A todos ellos les dedico el Diagnóstico de esta semana, porque en primer lugar, avergonzarse de algo que te gusta es más vergonzoso aún, y segundo porque no saben lo que se están perdiendo en un momento como el actual, con la efervescencia que hay en las diversas formas de expresión artística que tanto disfrutamos, algo que nosotros anhelábamos en nuestra infancia y que puede que sean difíciles de volver a vivir.