Monstruosa indiferencia.
Es una duda que siempre he tenido, el saber qué aspectos de monstruosidad son los que aprecian los asimismo llamados “seres normales”, sobre aquellos que no seguimos los patrones que les han impuesto en esta superficial sociedad. Me imagino a veces el estereotipo cuando hablan de gente con gustos raritos como los míos, es decir, los videojuegos, cómics, el cine de género o la música underground. Me imagino que deben pensar que somos como los zumbados que salen en las páginas de sucesos que se han cargado a su familia o se han liado a zambombazos en el instituto: gente introvertida que no sale de casa, adefesios con gafas de culo de vaso que pesan mas de 100 kilos, con el pelo lacio y la cara llena de granos y que visten camisetas negras de bandas satanicas que huelen a semilla humana revenida.
De verdad que me gustaria entrar en su estereotipo, simplemente por intentar cumplir sus expectativas de cómo debemos ser. Pero como pudimos ver a mediados de mes, cuando un grupo de fans de un programa de radio dedicado a la cultura friki se reunieron en un pueblo del sur de Madrid llamado Getafe, para celebrar la tercera edición de una muestra de cine chungo conocida como la Monstrua, las cosas no son nunca como pensamos que deberían ser. Desgraciadamente, yo sólo vi gente normal descojonada entera, casi 150 personas jaleando desde el primer hasta el último momento durante casi 7 horas, en las que apenas se movió un ápice. Gente disfrutando de sus aficiones sin molestar a nadie.
Para mí “los verdaderos monstruos” son los que atropellan, por ejemplo, en China a una niña de 2 años con un coche y los que pasan alrededor sin hacer nada por evitarlo o ayudarla. También, la sociedad y las personas que permiten que haya tantas desigualdades entre los que tienen demasiado y los que no tienen nada. O los que delante de los demás son seres humanos intachables, pero de espaldas en su soledad son capaces de maltratar a su familia e hijos y perpetuar la escoria y los impulsos monstruosos a traves de su hipocresía.
Ya basta de echar la culpa a los demás de la mierda que llevamos dentro, de que el enemigo está ahí fuera y ellos son los monstruos y no el que llevamos dentro. Por ello, amiguitos, y aunque suene reiterativo, no debéis jamas avergonzaros bajo ninguna circunstancia de ser personas en vez de monstruos, los cuales sólo nos gusta ver en nuestras fantasías y no en nuestra puta realidad.
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