Miedo de perderme una buena peli de terror.
Una de las sensaciones que más vivos nos hace sentir es sin duda el miedo. Creo que por eso la llegada de halloween, o la festividad de todos los santos, nos recuerda siempre el miedo ascentral al desconocimiento de lo que hay tras la muerte, y la necesidad de racionalizar y darle a todo una explicación (aquí no tan necesaria), que nos lleva a una primigenia sensación de desasosiego muy difícil de describir con palabras.
Esta necesidad de sensaciones adrenalíticas que necesitamos cubrir los llamados frikis, las colmamos, por ejemplo, a través del cine de terror, y seguramente muchos de vosotros lo habréis hecho a lo largo del pasado fin de semana, a través de unas buenas dosis de sesiones maratonianas de cine de terror.
Algo que también nos encanta para sacar nuestro lado más sádico, es el morbo que nos provoca el ataviarnos o disfrazarnos de esos personajes tan siniestros, extraídos de la leyenda popular, ya sean hombres lobo, vampiros, brujas, momias o zombis, tan de moda en los últimos años. Pero todo esto es simplemente eso, morbo, admiración, homenaje, rememoración, o llamarlo como queráis, una especie de iconizacion o traslación de nuestra imaginación a la realidad.
Freak, esto… Evilman
Aquellos que realmente amamos este tipo de entretenimiento, lo sentimos como algo nuestro y lo interiorizamos a lo largo de nuestra vida, sin tener una excusa como una festividad concreta para mostrar nuestra fascinación por todos estos monstruos del terror. Me hace mucha gracia cuando por ir vestido de una determinada forma o llevar una camiseta en concreto de una peli del mal llamado “miedo”, en una época determinada está mejor visto que llevarla en otra. No se es raro si se hace el 1 de noviembre, pero si se hace en otra época se rompe la norma.
Llamadme maniqueo y previsible, pero para mí lo realmente hardcore y gore son las procesiones de gente de rodillas adorando a un santo y dándose golpes en la espalda y sangrando a borbotones para en teoría expiar sus penas; o también ver en la televisión una fiesta llamada nacional, en la que se hace una orgia múltiple y sangrienta de la muerte de un animal delante de una multitud enfervorecida. Me parece realmente atroz que gente que ama estas formas de entretenimiento o de entender la vida sean capaces de criticar el que personas como yo que prefiera gastar mi tiempo libre viendo una película de “miedo”, como dicen ellos. En el fondo ellos también lo aman intensamente, aunque yo al menos lo admito y lo disfruto sin la perversidad de su realidad cotidiana. Lo mío, amigos, tan sólo se queda en el terreno de la imaginación y no del hecho consumado.
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