Bienvenidos a un refugio de tiempos de la Movida.
Sí, porque el Gris es uno de los pocos sino el único, referente con mayúsculas a la par que superviviente de los bares ochenteros que fueron santo y seña de la tan añorada por muchos, Movida madrileña. Es uno de esos sitios que da igual cuando vayas, parece que no han pasado los años por él, con sus mismas señas de identidad.
Enmarcado en el barrio madrileño de Chueca, capital del movimiento gay, concretamente en la calle de San Marcos, se caracteriza por ser un sitio donde pululan todo tipo de personajes. Desde el numeroso público homosexual de las cercanías, a algún gótico con inquietudes poppies no reconocidas, pasando por modernos adolescentes con flequillos perfectos o peterpanes post-adolescentes con gafas de pasta, y hasta algún pijillo fernandoalonso con afán de mostrar su jersey de lana Loreak Mendian.
Un sitio que no tiene nada especial en si, pero a la vez lo tiene todo. Es un poco como lo que es Madrid, ¿no?
La música, desde el electro más underground, pasando por clásicos ochenteros sin caer en lo previsible tipo KissFm, hasta llegar al más moderno pop brit, te hace pasar un rato agradable sin que el volumen te impida disfrutar de una entrañable noche con los tuyos.
Y lo más clásico y a la vez lo más importante para nuestros bolsillos maltrechos, el 2×1 de garrafón consentido hasta las 2 y media y los chupitos estrella por 1 euro y medio.
Seguro que muchos de vosotros habéis ido alguna vez a este sitio, y habéis vuelto años después agradecidos de que siga existiendo. No nos engañemos, Madrid es atractiva y diferente no por ser la capital de España, sino por ser la ciudad en la que la noche la hace realmente interesante. Desde Malasaña hasta Huertas, desde Chueca hasta la Avenida de Brasil, todas las zonas tienen sus diferencias y matices.
Lástima que nuestro señor alcalde, con las cejas blancas por el disgusto de no haber hecho su Madrid olímpico, quiera pagar su frustración con aquellos que les gusta disfrutar de la noche. Cierres de salas de conciertos, leyes e impuestos abusivos para que los hosteleros no puedan seguir con sus negocios, en definitiva, fórmulas para matar la noche.
Qué tiempos aquellos en los 80 o en los 90 en la que salir de noche por Madrid era un verdadero ejercicio de libertad, algo que vamos a perder si permitimos que sitios como el Gris, se vean afectados por el despotismo de alguien cuyas ideologías políticas le ciegan ante lo que evidentemente ha servido para no sólo dar vida social y cultural a una ciudad, sino dinero, que es lo único que parece que puede llegar a entenderse. Lets save the Gris.
Lo mejor del Gris es que nunca falla, una opción válida cualquier día de la semana.
Una eterna cuenta pendiente mía, subir a Madrid y disfrutar de su noche.
Si, es de esos pocos sitios que a uno le hace que merezca la pena seguir disfrutando de la noche madrileña.