¿Madrid, ciudad de cómic?
Sí, señoras y señores, ser un friki en la capital del reino no es nada fácil. Que vale, que tenemos todas las tiendas de cómics y de coleccionismo que queráis, que tenemos algunas de las mejores salas de cine o de conciertos, y que está claro que puedes relacionarte con más facilidad con monstruos como tú que si vives donde el Yeti perdió el mechero.
Pero cuando uno conoce salones como el del cómic o el del manga de Barcelona, o se entera que en una pequeña ciudad asturiana como Avilés se hacen de los mejores encuentros entre profesionales del cómic, si no del mundo al menos sí de Europa, le sale a uno la lagrimita o el goterón en la cabeza cual personaje de manga.
Porque, no obstante, aquí contamos con nuestros políticos paisanos, que nos ayudan a que estemos así de huérfanos, por un lado Doña Esperanza, patrona del lado más rancio de nuestra gran urbe y adalid de la falta de subvenciones para proyectos de cultura alternativa, y Santo Ruiz Gallardón, patrono de la cerrazón mental y de los locales de ocio nocturno y de las salas de concierto
Unidos, contra el cómic.
A uno se le cae la cara de vergüenza cuando se habla con Emilio Gonzalo, responsable de organización de Expomanga y Expocómic, y nos cuenta las dificultades y la falta de apoyo que tiene por parte de las instituciones locales, y que todo se hace casi por amor al arte. Por tanto, antes de criticarle, nosotros mismos entonamos un mea culpa por el desconocimiento que tenemos de cuál es la situación a la que se enfrenta y los miles de obstáculos que tiene que sortear para organizar eventos de este tipo.
Aquí en Madrid no sólo no contamos con el apoyo institucional, sino que las empresas del ramo tampoco tienen sede local y no suelen acudir a este tipo de eventos en masa como si fuera uno de sus objetivos primordiales. Además aunque hay mucho público, está muy disgregado y no se hace todo lo necesario para crear una base de aficionados consolidada.
Curioso es también que aquí en Madrid, ser aficionado al cómic, es en general algo muy cultureta y elitista, cuando en muchas otras partes de la piel de toro es algo aceptado y normalizado, por lo tanto los frikis “gatos” son doblemente frikis, ya que son raros hasta para ser fans de una afición minoritaria. Por lo tanto, ser friki , es todo un ejercicio de heroísmo y de entrega por su afición, que se castiga por ello, cual otaku protagonista de cualquiera de vuestros mangas favoritos.
Esta es una ciudad donde la cultura que más se premia es la relacionada con los grandes museos, teatros o eventos culturales mayoritarios dirigidos a esa masa de pelo engominado y camisas con el pecho abierto, mostrando oros y con ese aroma que se desprende del caciquismo que nos rodea en nuestra ciudad, capital del Ranciocinio patrio.
Jaja, qué bueno tu diagnóstico con acento chulapo castizo. Se entiende mejor aquí leído, pero vamos, es que yo lo entiendo todo mejor leyéndolo.
No sabía yo de estas cosas. Yo tengo a vuestra ciudad muy idealizada en temas como este.