EL MÚSICO DIBUJANTE

Homenaje a uno de nuestros héroes de la infancia.

Muchos de vosotros estaréis pensando: ¿Por qué se titula así un editorial de un programa dedicado al mundo de los videojuegos? Aunque esta pregunta tuviera una respuesta ciertamente lógica, cabria hacerse una segunda que dijera: ¿Qué tiene que ver el mundo de la música con el de los cómics, o al menos con la figura de un autor que se dedique profesionalmente a ambas? A lo mejor no está Freakman lo suficientemente inspirado hoy. También puede ser.

Pues sí, ambas preguntas tienen respuesta, y aunque parezca mentira, una lógica incuestionable, la misma es la figura de Alfonso Azpiri, al cual tuvimos el privilegio de volver a entrevistar. Aunque pueda chocar a propios y extraños, el reconocido autor de cómics de la fama de Mot y Lorna, fue educado e incluso hizo sus pinitos en el mundo de la música, estudiando piano y trabajando con un grupo llamado Doble Sonido, pero su afición por el mundo de la ilustración y los cómics, le hace dedicarse de lleno a aquello que realmente le llena.

Aparte de haber aportado un granito de arena indiscutible en el mundo del cómic español, lo que más se recuerda de él, son las más de 200 portadas de videojuegos que realizó durante los años 80, sobre todo para la extinta compañía española Dinamic. Sin duda, ese estilo tan particular suyo mezclando la ciencia ficción con personajes femeninos tan espectaculares y sensuales, perduran a través de nuestras retinas a lo largo de los años, en la forma de cómics, videojuegos, y series de animación. La rubia Lorna, creada en el año 1979 en las páginas de la revista Mastia, dio el salto internacional en otras revistas de la importancia de Penthouse (me imagino que los wankers del lugar la conocen perfectamente), o también, incluso en la biblia de la ciencia ficción, Heavy Metal.

Desde aquí queremos rendir, una vez más, un merecido homenaje a alguien que ha hecho que disfrutemos desde nuestra mas tierna infancia de nuestras aficiones. Un autor que ha hecho volar nuestra imaginación a través de las portadas increíbles de unos videojuegos que aunque no contaban con la tecnología realista e hiperdetallada de los poderosos ordenadores actuales, con unos medios mucho más precarios, lograban que nuestras jóvenes y influenciables mentes pudieran viajar miles de kilómetros allá de donde se encontraban.