Cuidado, crítico suelto.
Sería un titulo perfecto para una película de serie z, y esto es lo que deben de pensar de si mismos las grandes estrellas de Hollywood cuando se miran al espejo una mañana cualquiera después de levantarse un domingo, tras una larga noche de alcohol y excesos en la meca del cine.
Pero no. No quiero referirme a ellos, con el título del diagnóstico de hoy, que ya hacen correr ríos de tinta en la prensa rosa, sino a una entrañable a la par que detestable especie cercana a nosotros y que forma parte del show mediático del mundo del celuloide, al fin y al cabo.
Hablo de los críticos de cine, una especie odiada a la par que envidiada por el supuesto glamour que conllevan estos personajes que se codean por su posición de profesionales del medio, con actores, directores y otros human beings del séptimo arte de similar calado, dentro de la farándula que también es el mundo del cine. Estos caprichosos personajes son los que se supone que harán que tal o cual película sea o no considerada por el público y que las salas se llenen o no, así que tienen un poder en sus manos nada desdeñable, gozando de un respeto para mi inmerecido, debido el ejercicio del poder a través de su opinión en su medio respectivo.
En cuando a mi experiencia, sufriendo como con las almorranas en silencio a todos estos personajillos yendo a ruedas de prensa, presentaciones de películas, etc… sin generalizar tengo que decir que la mayoría no son más que reinonas con un ego exacerbado, sin apenas criterio personal más allá de los datos wikipedia que puedan manejar del artista del que se ocupan.
Asusta pero se arriman.
Eso sí, hay que reconocerles la habilidad de lamer el culo cuando les conviene, y el lucirse en tal o cual evento con tal de poder decir a posteriori “yo estuve allí”.
Y sí, en el mundo de los eventos relacionados con el cine que aquí tratamos, no iba a ser menos. Los festivales de cine fantástico y de terror o de cine independiente, están poblados por una panda de monstruos de palo, que están allí sólo con tal de que se hable de ellos en cualquier ocasión que se precie, rozando el patetismo en ocasiones.
Por eso y por muchas cosas similares, decidí hace tiempo no acudir a la mayoría de ellas, porque estoy harto de oír cosas similares a “he estado hablando con Alejandro” (Amenábar), de personas que a lo mejor le han visto dos o tres veces en su puta vida e intercambiado con el tres o cuatro frases, como si fueran amigos de la muerte.
Cuando al final te enteras que esas parodias de periodistas que tienes enfrente, son peterparkers de cuarta, mal pagados por un medio de comunicación aun más cutre que el tuyo, pero se creen algo porque han coincidido más veces que tú con “Alejandro”.
Señores míos, solo hay una palabra que les define a ustedes allá donde quiera que vayan o donde quiera que estén: son ustedes simplemente, gilipollas.
A mí es que los críticos me dan un poco igual. De todos modos, con Alejandro me aboné a la línea de Jordi Costa en Mis Problemas con Amenábar. Lo aborrezco profundamente.
brillante, brillante
A mejores textos, menores comentarios. Será que destacan menos los off topics en ellos.
Sin desmerecer a otros artículos, da pena que los mejores (en mi opinión) no reciban apenas feedback. De todas formas cualquier comentario es bienvenido.
Es que ya nos dejó con la boca abierta en directo :D
Es que tampoco hay mucho más que añadir. Yo personalmente llevo tiempo queriendo leer uno de los cómics de gran Jordi Costa.
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B_Sanchez: Gracias por tanto por esta aportación como por la del programa de la última semana!!!
Bien, amigo freak0, bien. Los acríticos, en su inmensa mayoría, se merecen este sartenazo y algunos cienes más. Pero allá ellos con su arte fallido…
Eso sí, hubiera de sido mejor un colofón con la increpación en su estado puro: jelipollas.
Nos vemos pronto eeeeeh?