“Esclavos de las modas musicales”.
…sí, de la nueva ola? Pues ni zorra idea, amiguit@s. Y es que antes, hasta la entrada de internet en el mercado musical, era fácil que nos metieran por los ojos y los oídos, el formar parte de tal o cual movimiento musical, de una tribu urbana, o de una moda casual. Ahora todo convive a la vez, y es muy difícil saber qué es lo que más predomina y le gusta a más gente en la actualidad en el mainstream, siendo aún más chungo en el ámbito underground.
Aunque mucha de la gente que nos escucha tiene unos gustos muy eclécticos, pertenecemos casi todos a una generación, la de los 90, en la cual todas esas modas y variedades alcanzaron su mayor apogeo y difusión, y se han globalizado y fusionado de tal manera que es imposible distinguir unas de otras, o al menos a mí me lo parece. Debe ser que me estoy haciendo viejo, pero incluso en los 90, también convivían si no todas, la mayoría, y estaba muy claro por ejemplo, en la música, que es lo que pertenecía a cada estilo. Estaba muy claro qué pertenecía al rock, al metal, al dance, a la música experimental…etc.
Me gusta mucho que los más jóvenes de nuestros oyentes, que los hay, y con un gusto muy heterogéneo y complejo, como más de una vez nos ha demostrado por ejemplo alguno de ellos como es el caso de Danilo Wisher, nos van marcando el camino de su realidad musical coetánea, ya que a mí me es imposible seguir ese trazado por cuestiones que se me escapan, o simplemente por no tener tiempo para poder abarcar todos ellos.
Afortunadamente, tengo la suerte de que gracias al Velero Mortzestus y al Taxi de Travis, nos sirven de vehículo de transporte en este viaje al updating de las corrientes musicales contemporáneas. Pero aun así, relativizamos, y aunque por dentro sigamos teniendo 20 años, no hemos nacido en determinada época, por ejemplo, en los 90 igual que nosotros nacimos a finales de los 70 o comienzos de los 80, y por tanto nos separan de manera distinta las influencias que primero se nos han quedado grabadas a fuego en el gusto musical.
Yo, por ejemplo, puedo llegar a paladear música de los años 50 o 60, que le encanta a mi padre y a mis tíos, pero jamás la podré disfrutar igual que ellos, porque cuando hablan de ella me cuentan mil y una anécdotas de cómo, cuándo y con quién la escuchaban, demostrándome que esa música forma parte de su vida inextricablemente, como jamás podrá formar parte de la mía. Efectivamente, siempre he pensado que la música forma parte de nuestras vidas, y le ponen la banda sonora adecuada a cada momento de la misma, y ponen sintonía a cada emoción que hemos sentido alguna vez.
Lo que sí compartimos con ellos, al igual que compartimos con esta nueva generación, es una melomanía terrible y desorbitada que no podemos evitar sentir, y que forma parte de nuestra forma de entender la realidad, y la cual necesitamos continuamente expresar y compartir con todos aquellos que sienten una pasión enfermiza igual que la nuestra.
Voy a ser sincero y a no tirarme flores que no son verdaderas, y es que últimamente no estoy “on”. No estoy tan conectado a lo que se hace ahora. Pero sí con lo que he vivido, siempre estoy escuchando música de fondo mientras me ducho, mientras voy de camino al curro, mientras estoy en casa con el ordenador. Y la música que suelo escuchar es la que formó hace tiempo, parte de otros momentos de mi vida, por eso creo que estoy empezando un poco a morir, porque no tengo ya la pasión juvenil e inocente de seguir explorando. Aunque no estoy muerto del todo, como aquellos que afirman que no les gusta la música, son verdaderos muertos vivientes, ya que creo no se puede vivir sin música. La vida sin ella, sería para mí como la vida sin La Parada de los Monstruos y su sección de Ruido, en la que cada mes que pasa, descubro que aunque la sigo menos que hace tiempo, sigo amándola gracias a la ayuda de nuestro Taxista favorito y de nuestro Velero fantasmal.
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