Bizarre love angle.
¿No os ha pasado alguna vez que, cuando estando con vuestra pareja, reunidos con un grupo de amigos o en algún otro entorno común como el de la familia o el de los compañeros del curro, os han soltado una perla como el título de este diagnóstico, dejándoos en ridículo y quedando como un pringao delante de ellos? No es una sensación agradable pero tampoco es para tomarla demasiado en serio, si uno relativiza una vez más y acepta, como algo socialmente viable, el ser considerado un friki por las personas ajenas a nuestras aficiones.
Qué difícil es encontrar una pareja que las comparta, algo muy complicado pero que en los últimos años no lo es tanto, debido a lo fácil que es socializar dentro del mundillo, en la celebración de ciertos eventos que reúnen a muchas personas interesadas en nuestras aficiones: salones del cómic, festivales de cine, marchas zombis, Monstruas… Yo he conocido el caso de muchas parejas que han surgido de ese modo o incluso a través de quedadas organizadas por foros, blogs o páginas de internet. Ha surgido el amor entre personas con el mismo interés por una afición.
Pero, ¿es fundamental y necesario el compartir una afición con tu pareja como un requisito imprescindible para la felicidad? Es un mito, por supuesto, un ideal que todos queremos alcanzar pero casi imposible por tratar de conseguir que además que ese ser amado sienta lo mismo por esa afición y que comparta muchas otras cosas que son tan o más importantes. Yo al menos siempre intento que aunque no compartan mis mismas aficiones, sí tengan al menos un interés o un mundo propio o particular, con el que descubrir mundos diferentes al mío y que me hacen cambiar mi concepción de mucho de lo que me rodea.
El secreto, en este caso, está en el respeto mutuo a pesar de la divergencia en la visión de lo mutuo, por eso tanto cualquier comentario despectivo como el del título del diagnóstico, por su parte, como por la nuestra el menospreciar cualquier opinión u afición suya, está dentro del mismo nivel de bajeza. No estamos hablando del trozo de carne que tengo a mi lado y con el que como y echo polvos de vez en cuando, estamos hablando de la persona con la que compartes la vida y estas aficiones que no son más que elementos que complementan la relación para hacerla más plena aun.
El no compartir nada es malo. No hacer cosas juntos en pareja lleva a que no haya nada que hacer juntos, ni bueno ni malo, nada. Es alucinante la cantidad de parejas que conozco que están uno al lado del otro hablando de cosas que no hacen juntos: hablan de su coche, de su casa, de restaurantes y centros comerciales. Aunque hablen sólo de películas, si no lo hacen con la pasión de haber vivido juntos un momento mágico o irrepetible, o incluso si no comentan que a ambos les pareció un coñazo de forma intensa, o incluso si hablan al menos uno de los dos de manera pasiva o con desinterés de algo que han compartido juntos: Houston, tenemos un problema.
Animo a todo el mundo a disfrutar y hacer mas plenas sus vidas comunes, intentando indagar juntos en un mundo inagotable de formas de expresión artísticas en continua búsqueda de nuevos caminos, tantos como los que hay en la relación que nos une con algo que es casi tan importante como nuestras aficiones: el estar con alguien que te comprende incondicionalmente a pesar de lo diferente que seas.
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