ESTO NO ES UN PARQUE JURÁSICO

  • AUTOR: // SECCIÓN: Diagnóstico, Telón

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    Manga Films

    Remontémonos la era del nacimiento de la cultura otaku.

    Como bien habéis podido escuchar, en el último programa hablamos de Manga Films, una pionera en esto del anime allá por los lejanos primeros noventa, y que fue responsable de darnos a conocer toda una forma distinta de lo que hasta entonces conocíamos como dibujos animados, haciéndonos entrar en una fascinante nueva era.

    Como bien habéis podido escuchar, amiguitos, vamos a hablar en el programa de hoy de Manga Films, una pionera en esto del anime allá por los lejanos primeros noventa, y que fue responsable de darnos a conocer toda una forma distinta de lo que hasta por entonces conocíamos como dibujos animados, y que nos hizo entrar en una fascinante nueva era.
    Aunque no solo se dedicaron a la distribución de animación japonesa en nuestro país, sí que fue esta sección la que contó con mayor notoriedad entre el público generalista, y especialmente, entre nosotros los frikis. 
    Lo que en un principio parecían nada más que inocentes aunque gamberras adaptaciones infantiles de series de TV que se acababan de dar a conocer en nuestro país a través de los canales autonómicos, como fue el caso de Dragon Ball (que celebra por cierto su 20mo aniversario), nos dio a conocer que amiguitos, la animación no es solo, como decía Gloria Fuertes, “pá los niñoh”. Flipamos siendo adolescentes de 15 o 16 palos, viendo los desmembramientos y mutilaciones que se producían en películas señeras y violentas como “El puño de la Estrella del Norte” o “Ninja Scroll”; alucimanmos de lo que eran capaces de hacer con películas tan tiernas y exhuberantes como “Porco Rosso” demostrándonos que había vida más allá de Disney; nos entraron muchos picores y a la vez nos fuimos por la patita con pure de lentejas con rarezas como “Urotsukidoji” o “Monster City”; nos sorprendieron con la profundidad y dramatismo de historias como “Akira” o “Pesadillas” de Otomo, aunque tambien nos aburrimos de lo lindo con coñazos padre como “Nadia” o “Robot Carnival”. Aunque tambien descubrimos que habia shonens muy adictivos más allá de la sombra de Dragon Ball como “3×3 ojos” o “Ranma 1/2”.
    Quizá aquel que os habla sea un poco abuelo cebolleta contando estas batallitas, pero me acuerdo de anécdotas como cuando te encontrabas a dos vecinas hablando histéricas cuando una le contaba a la otra que había ido al videoclub de la esquina, y en la sección infantil (en estricto vhs amiguitos, cuando lo del dvd no estaba ni de coña en nuestros pensamientos más húmedos), y había adquirido una película de dibujos animados de esas japonesas tan monas y que tanta gracia la hacían. Después de rebobinarla para reproducirla desde el principio (cosa habitual entonces y que nuestras nuevas generaciones  no sufrirán para su alivio), empezaron a salir unos bichos con unos tentáculos, que hacían unas cosas guarras y depravadas a las pobres colegialas protagonistas de la película, por lo que tuvo que apagar ipso facto la película y mandar a los niños a la cama.
    En definitiva, y sin querer parecer un dinosaurio, asistimos al nacimiento de una cultura llamada en su pais de origen, cultura Otaku, y que se enclavaba perfectamente dentro de todo lo que cariñosamente denominamos subcultura, cultura friki o formas alternativas de disfrutar de nuestro tiempo libre.Como bien habéis podido escuchar, en el último programa hablamos de Manga Films, una pionera en esto del anime allá por los lejanos primeros noventa, y que fue responsable de darnos a conocer toda una forma distinta de lo que hasta por entonces conocíamos como dibujos animados, entrando en una fascinante nueva era.

    Aunque no sólo se dedicaron a la distribución de animación japonesa en nuestro país, sí que fue esa sección la que contó con mayor notoriedad entre el público generalista y especialmente entre nosotros, los frikis. Las que en un principio parecían nada más que inocentes aunque gamberras adaptaciones infantiles de series de TV que se acababan de dar a conocer en nuestro país a través de los canales autonómicos, como fue el caso de Dragon Ball (que celebra por cierto su vigésimo aniversario), nos dieron a conocer que la animación no es sólo, como decía Gloria Fuertes, “pá los niñoh”. Flipamos siendo adolescentes de 15 o 16 palos, viendo los desmembramientos y mutilaciones que se producían en películas señeras y violentas como El Puño de la Estrella del Norte o Ninja Scroll; alucinamos de lo que eran capaces de hacer con películas tan tiernas y exhuberantes como Porco Rosso, demostrándonos que había vida más allá de Disney; nos entraron muchos picores y a la vez nos fuimos por la patita con pure de lentejas con rarezas como Urotsukidoji o Monster City; nos sorprendieron con la profundidad y dramatismo de historias como Akira o Pesadillas de Otomo; aunque tambien nos aburrimos de lo lindo con coñazos padre como Nadia o Robot Carnival. Tambien descubrimos que habia shonens muy adictivos más allá de la sombra de Dragon Ball como 3×3 Ojos o Ranma 1/2.

    Quizá aquel que os habla sea un poco abuelo cebolleta contando estas batallitas, pero me acuerdo de tantas anécdotas de la época… Como, por ejemplo, cuando te encontrabas a dos vecinas histéricas contándole una a la otra que había ido al videoclub de la esquina y que en la sección infantil (en estricto vhs, amiguitos, cuando lo del dvd no estaba ni de coña en nuestros pensamientos más húmedos), había alquilado una película de dibujos animados, de esas japonesas tan monas y que tanta gracia la hacían. Después de rebobinarla para reproducirla desde el principio (cosa habitual entonces y que nuestras nuevas generaciones  no sufrirán para su alivio), empezaron a salir unos bichos con unos tentáculos, que hacían unas cosas guarras y depravadas a las pobres colegialas protagonistas de la película. Así que tuvo que apagar ipso facto la película y mandar a los niños a la cama.

    En definitiva y, sin querer parecer un dinosaurio, asistimos al nacimiento de una cultura llamada en su páis de origen, cultura otaku, y que se enclavaba perfectamente dentro de todo lo que cariñosamente denominamos subcultura, cultura friki o formas alternativas de disfrutar de nuestro tiempo libre.

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