COLAPSADOS

         “Poca imaginacion la de nuestros Mad Men”.

El hecho de que la publicidad actual está muy jodida, es un hecho evidente. Y no le echemos la culpa a que hay menos medios, y hay menos pasta para hacer mejores anuncios. La publicidad siempre se ha caracterizado por ser pionera en crear nuevas maneras de vendernos las cosas, pero esto está llegando a su colapso, al menos en su forma tradicional, en mi opinión.

Esta semana he llegado a esta conclusión después de ver 2 anuncios. El primero, un anuncio de Vodafone en la que un pretendido montañero Hippie se pone a cantar a voz en grito un tema buenrrolista, colgado en plena falda de la montaña. ¿No le ha hablado nadie de los peligros de los aludes, y de los problemas de respiración a determinadas alturas que le impiden a uno casi ni hablar? Es tan evidente y está tan mal hecho, que me da la risa floja cada vez que lo veo.

El segundo, es el anuncio más tétrico y sórdido de la historia de la publicidad en nuestro país, que por otro lado, me recuerda a una de mis películas favoritas como es Pesadilla Antes de Navidad, pero sin el humor negro, y evidentemente, el brillante de genio de Tim Burton. Hablo del anuncio de Lotería de Navidad de este año, del cual no comentaré mucho más de lo que ya se ha hecho en las redes sociales, pero mis retinas no son las mismas desde que tuve los santos cojones de intentar verlo, y no volveré a dormir igual, temiendo quedarme en un lugar a oscuras y que me mate con la mirada Monserrat Caballé, o me devore Godzilla Pastori.

Y no hablo ya solo de la publicidad para vendernos productos, sino también la de vendernos ideas, conceptos, y si me apuráis, personas. La que se ha utilizado durante siglos para vendernos la bondad y excelencia de sistemas como la monarquía y los que la ejercen, aunque éstos sean capaces de hacerse safaris gore que han hecho correr ríos de sangre y tinta, o costearse aún más sus arcas con los por otro lado tan reclamados, derechos de autor.

No, cada vez es más difícil tomarnos por idiotas en los tiempos que corren, donde se tiene acceso en tiempo real a cada vez más información. O más fácil, si se sabe cómo hacerlo, de eso se encarga la publicidad y los buenos publicistas. La imagen actual del publicista perfecto no es la de ese Mad Men de glamourosa y estresante vida que tenemos en la cabeza. La de un Don Draper o ejecutivo agresivo, tiburón de oficina al estilo del personaje que interpreta Christian Bale en American Psico. La imagen del tío capaz de vendernos la moto en nuestros días, es de un hombre gris que es capaz de intentar vendérnosla de forma cada vez más sutil.

El otro día me di cuenta de ello cuando en un programa de radio de una emisora no generalista, contaba una mujer experta en publicidad a través de internet y las nuevas redes sociales, como por existen nuevas formas de publicidad y propaganda a través de los nuevos medios de comunicación. Y cómo utilizan técnicas, como que un Presidente político de primer orden internacional, dé un beso aparentemente espontáneo a su esposa para salir bien parado de los espionajes que han realizado a Presidentes de potencias “amigas”, y descubramos que no hay nada de inocente en ese gesto. O el Líder de una iglesia determinada y las declaraciones más o menos espontáneas también intentando crear la imagen de persona cercana y sin tapujos, intentando limpiar de nuevo la imagen de dicha institución eclesiástica, después de sacar a la luz una serie de sórdidas informaciones sobre las deleznables prácticas que han mantenido durante décadas. Pero todos esos gestos, están estudiados al detalle.

Hemos llegado a una situación en la que da miedo pensar, porque pensar supone ir más allá de lo que vemos. Vamos, como siempre, pero cada vez es más difícil distinguir qué es real o no, y en las técnicas del engaño, los buenos publicistas han sido siempre los mejores en lograrlo. Menos mal que a pesar de todo, estamos en un país que está atrasado en todo a veces para bien, y eso tardará en llegar unos añitos.