AMOR DE HIJO

  • AUTOR: // SECCIÓN: Diagnóstico, Telón

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        “Homenaje a las sufridas madres de los frikis”.

     

    Diagnóstico 22-06-13: “Amor de hijo”
    La vida de un friki no sería la misma sin un personaje fundamental en nuestra vida, ya que sin ella, ser friki seria mucho más difícil. Ser madre, al igual que ser friki, no se elige, simplemente se es. Y ser madre de un friki es doblemente dificil.
    Lo que quiere toda madre es que su hijo sea perfecto desde que nace: que sea el niño mas rico en la cuna; que vaya al mejor colegio y esté lo mejor preparado posible; que vista la mejor ropa y sea el más guapo de la clase; que pueda hablar de su buen puesto de trabajo, de su bella y amable esposa, y de sus encantadores nietos. Toda madre va a hablar bien de su hijo, aunque esté sea un cabronazo, pegue a su mujer, sea un cafre y tenga por cerebro un canto rodado, da igual. Yo he visto a madres hablar de sus hijos poniendoles a la altura del principe Felipe, y cuando yo recordaba la imagen de sus amados hijos, me venía no se porqué, la de Paquirrín.
    Pero no pasa nada, porque a pesar de ser material perfecto para Hermano Mayor, y del gusto de sus hijos de gritarlas, de pegar portazos, de ser unos cerdos, de irse de putas, y de fumar porros, da igual, son perfector porque cumplen lo que todo hijo tiene que hacer. Porque hablan mal de la mujer, porque las novias que tienen hacen todo lo que dice, porque les gusta la cerveza y el futbol, y sobre todo, si, sobre todo, porque tienen un trabajo (aunque vaya a saber en qué consiste ese trabajo, si de proxeneta o de mozo de almacén, sin desmerecer en ningun caso profesiones tan dignas).
    Es el velo de la madre, que en el caso de los frikis, es aun peor. Yo me acuerdo de la de horas que he pasado intentando explicar a mi madre porqué me gusta el cine de fantasia y ostias y de dibujos animados a pesar de tener 30 años, y porqué no me gusta Gran Hemano o Sálvame. De las horas pasadas delante del ordenador bajándome cosas, viendo pelis en mi habitación haciendo del autismo un arte. Del nivel de volumen de la música que hizo que hasta en 2 o 3 ocasiones los vecinos tuvieran que bajar a llamarme la atención (si mamá, menos mal que nunca te enteraste y como descansaron ellos cuando me fui a vivir a mi casa).
    Porque no es posible ser madre y colega, porque no es posible que tu madre pueda entender que te disfrazas en Halloween o para un salón del comic porque te lo pasas bien poniéndote un traje de tu superheroe favorito. Por esas y muchas razones, quería dedicarle este diagnóstico a todas las madres que sufren en silencio como las hemorroides, las aficiones de sus hijos, en especial a mi madre, a la cual se lo dedico especialmente. 
    Me culpo a mi mismo muchas veces de los gritos y de la pasividad hacia ella mientras me llamaba a comer y estaba en plena partida con el Mortal Kombat, y la pobre Tomi no entendía que no podía parar hasta terminar la puta fase. Porque ella no tuvo tanto como yo tengo, que vino con lo puesto el campo de la España profunda a vivir en la capital siendo una niña, de una generación de postguerra en la que el ocio no existía ni como opción ni como posibilidad. Donde quien podía acceder a el, solo lo hacía de un modo, a través de la censura, y crearon una mentalidad de sometimiento y de apatía hacia el pensar por sí mismo. Por querer que yo no pasara por eso y darme todo, a pesar de las diferencias ideológicas evidentes fruto del sello mental que inflingió a toda una generación una dictadura militar. Debido a ello y a que me siento en deuda por haberme dado la vida y haber sido tan injusto a veces, dedico este diagnóstico a mi madre. Que te mejores pronto, mamá.

    La vida de un friki no sería la misma sin un personaje fundamental en nuestra vida, ya que sin ella, ser friki seria mucho más difícil. Ser madre, al igual que ser friki, no se elige, simplemente se es. Y ser madre de un friki es doblemente dificil.

    Lo que quiere toda madre es que su hijo sea perfecto desde que nace: que sea el niño mas rico en la cuna; que vaya al mejor colegio y esté lo mejor preparado posible; que vista la mejor ropa y sea el más guapo de la clase; que pueda hablar de su buen puesto de trabajo, de su bella y amable esposa, y de sus encantadores nietos. Toda madre va a hablar bien de su hijo, aunque esté sea un cabronazo, pegue a su mujer, sea un cafre y tenga por cerebro un canto rodado, da igual. Yo he visto a madres hablar de sus hijos poniendoles a la altura del principe Felipe, y cuando yo recordaba la imagen de sus amados hijos, me venía no se porqué, la de Paquirrín.

    Pero no pasa nada, porque a pesar de ser material perfecto para Hermano Mayor, y del gusto de sus hijos de gritarlas, de pegar portazos, de ser unos cerdos, de irse de putas, y de fumar porros, da igual, son perfectos porque cumplen lo que todo hijo tiene que hacer. Porque hablan mal de la mujer, porque las novias que tienen hacen todo lo que dice, porque les gusta la cerveza y el futbol, y sobre todo, si, sobre todo, porque tienen un trabajo (aunque vaya a saber en qué consiste ese trabajo, si de proxeneta o de mozo de almacén, sin desmerecer en ningun caso profesiones tan dignas).

    Es el velo de la madre, que en el caso de los frikis, es aun peor. Yo me acuerdo de la de horas que he pasado intentando explicar a mi madre porqué me gusta el cine de fantasia y ostias y de dibujos animados a pesar de tener 30 años, y porqué no me gusta Gran Hermano o Sálvame. De las horas pasadas delante del ordenador bajándome cosas, viendo pelis en mi habitación haciendo del autismo un arte. Del nivel de volumen de la música que hizo que hasta en 2 o 3 ocasiones los vecinos tuvieran que bajar a llamarme la atención (si mamá, menos mal que nunca te enteraste y como descansaron ellos cuando me fui a vivir a mi casa).

    Porque no es posible ser madre y colega, porque no es posible que tu madre pueda entender que te disfrazas en Halloween o para un salón del comic porque te lo pasas bien poniéndote un traje de tu superheroe favorito. Por esas y muchas razones, quería dedicarle este diagnóstico a todas las madres que sufren en silencio como las hemorroides, las aficiones de sus hijos, en especial a mi madre, a la cual se lo dedico especialmente. 

    Me culpo a mi mismo muchas veces de los gritos y de la pasividad hacia ella mientras me llamaba a comer y estaba en plena partida con el Mortal Kombat, y la pobre Tomi no entendía que no podía parar hasta terminar la puta fase. Porque ella no tuvo tanto como yo tengo, que vino con lo puesto del campo de la España profunda a vivir en la capital siendo una niña, de una generación de postguerra en la que el ocio no existía ni como opción ni como posibilidad. Donde quien podía acceder a el, solo lo hacía de un modo, a través de la censura, creando una mentalidad de sometimiento y de apatía hacia el pensar por sí mismo. Por querer que yo no pasara por eso y darme todo, a pesar de las diferencias ideológicas evidentes fruto del sello mental que inflingió a toda una generación una dictadura militar. Debido a ello y a que me siento en deuda por haberme dado la vida y haber sido tan injusto a veces, dedico este diagnóstico a mi madre. Que te mejores pronto, mamá.

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