Tranquilos, que aún no nos ha tocado a nosotros.
Una vez más, afronto en un diagnóstico el tema de la sociedad global. En este caso, debido a lo ocurrido esta semana con la intervencion policial, cierre y detencion de sus responsables, de una de las páginas de descargas de contenidos mas importantes en la red, Megaupload.
Es cuestionable o éticamente reprobable la licitud de alguna de sus actividades, las cuales han sido fundamentalmente denunciadas por parte de las autoridades por la continua infracción de las politicas de derechos de autor, mediante la descarga de contenidos ilegales o pirateo que se ha hecho a traves de ella. Pero también, todos aquellos que en más de una ocasión la hemos utilizado para intercambiar nuestros contenidos personales, y encima pagando legítimamente por ello, hemos visto como se ha coartado nuestra libertad y, sin previo aviso, se ha restringido el acceso a archivos personales de mucha importancia. Imaginaos: abogados, empresarios, gente que cuelga sus podcast, etc… han posiblemente perdido toda esa información para siempre, ya que nadie les asegura que se pueda recuperar.
Y yo me pregunto una vez más: ¿dónde quedan nuestros derechos en estos momentos? Pues, como en la mayoria de los casos, en la puta basura. Está claro que toda red de comunicación, como es en este caso Internet, debe tener una legislación, ya que libertad no es sinónimo de libertinaje, pero sin que esto se convierta en el Guantánamo informático. Es decir, se lanza un espectáculo mediático y con un despliegue sin precedentes para avisar a los demás navegantes de que cuando las barbas de su vecino vean afeitar, pongan las suyas a remojar.
¿Es esta la confianza que nos lanzan desde las autoridades, en una red que pretende ser nube? ¿Qué pretende que nuestra privacidad se vaya a tomar por culo por una supuesta infraccion de normas? A mí me parece también una infracción que me traten de cobrar 60 euros por un juego de ordenador o 20 euros por un disco. Deberia estar penado por ley el abuso sobre el consumidor por parte del tiburón de negocios. Merecen estar también, tras las rejas de un Guantánamo especial, los especuladores, los manipuladores y todo ese tipo de gentuza en general.
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