“La ética es una rama de la filosofía que se ocupa del estudio racional de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir.” Acudimos una vez más en el diagnóstico, a la Wikipedia, para descubrir el significado de un concepto, para a continuación, hacerlo sangrar hasta la última gota.
Cuando un vicio más que un entretenimiento como son los videojuegos, se convierte en la mayor industria del ocio imperante, suele suceder que transciende más allá de la cultura y llega a ocupar un escalafón social por derecho propio. Y cuando lo hace, esa sociedad empieza a preguntarse qué es virtuoso o no, qué es lo moralmente aceptable o lo que no, y qué es lo bueno o malo dentro del mismo.
Y esa discusión acaba de llegar de un modo global desde finales del año 2013 y ha implosionado de manera brutal este año 2014 haciendo correr ríos de tinta internáuticos. Recuerdo cuando hace apenas unos meses, a comienzos de año, le dedicamos un especial homenaje a las revistas sobre videojuegos en sus orígenes, y comentábamos el contraste entre esos ingenuos primeros tiempos, en contraste con los resabiaos tiempos actuales. Pero siempre alabábamos cómo nos ayudaban a descubrir la magia del descubrimiento, usándolos como manuales fundamentales sobre los que poder desarrollar posteriormente nuestra afición.
Con el paso del tiempo y la llegada a su madurez plena, la prensa especializada se ha diversificado tanto como la propia industria a la que soporta, y se ha polarizado incluso aún más si cabe. Desde los defensores acérrimos del mainstream, hasta los que hacen lo mismo con el lado más underground del videojuego. Todo ello genera a la par, unos conceptos éticos propios, que contrastan los unos con los otros, en el camino del discernimiento de lo que es virtuoso de lo que no. Para esto como para todo, hay tantas opiniones como gustos tenemos cada uno.
Nosotros desde nuestra modesta opinión, siempre seremos unos outsiders al no casarnos con nadie. Cuando nos tengamos que meter con alguien por hacer algo mal y decir lo que nos parece, lo haremos sin ningún tapujo. Pero haremos lo mismo si es necesario hablar sobre las maravillas que nos siguen proporcionando de vez en cuando las grandes productoras sin chuparles el rabo gratuitamente, ya que al fin y al cabo no recibimos gratis ningún material por su parte a cambio y tenemos que dar palmadas con los huevos alabandoles.
Aquí sí que me gustaría hablar sobre donde me gustaría enclavarnos, en el underground informativo real, en el que nos distingue de otros porque el único criterio que tomamos en cuenta en nuestro circo ambulante, es el de los callos en los dedos, y el de la cantidad de horas dedicadas a terminar un puto videojuego que nos vuele la cabeza. Esa es la diferencia que debe suceder sobre otra más triste, cuando una afición a la que amas se convierte en una profesión y se convierte en otra cosa, en una parte de una industria. Y ahí la moral se difumina cuando corren los petrodólares o los euros por doquier en efectivo o en especie.
Porque todos aquellos que nos dedicamos a informar por amor al arte y gratis, lo hacemos con el único afán de compartir una afición con otros como vosotros que lo hacéis al otro lado del aparato receptor. Y esa ética honesta, esa ética del hacer las cosas porque sí, porque salen de lo más hondo de uno mismo, es la que desearíamos que fuera parte de toda la industria del entretenimiento.
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