El capitalismo nos ha hecho pensar que los triunfadores son aquellos que consiguen hacer más dinero que los demás, y que cualquiera tiene la oportunidad de poder conseguirlo. Pero todos sabemos que eso no es real, ya que solo es posible si se intenta conseguir a todo riesgo, y que la idea o filosofía de que el capitalismo es el mejor de los modelos posibles, está totalmente equivocada.
Y sobre todo, que el éxito profesional no depende solo de nuestros méritos, esfuerzos y capacidades, sino que hay un componente casual no medible muy importante, que hace que éste se alcance mediante otro tipo de habilidades mucho más sociales que individuales. Como el saber arrimarse al mejor árbol cuando más conviene, relacionarse con las personas adecuadas que te podrán poner en mayor ventaja que a otros competidores, o saber pisar e influir en esas personas para ponerte tú por delante de otros candidatos aunque ellos estén mejor preparados que tú. ¿Cuántas veces os habéis enfrentado en vuestras vidas a una situación semejante?
En los últimos diagnósticos, me estoy metiendo un poco en profundidades políticas pero sobre todo, sociales, de quienes creo que somos, y hacia dónde creo que vamos. Sobre quiénes nos gobiernan, cómo lo hacen y lo que han provocado, y hacia dónde creo que vamos. Pero con este diagnóstico, quería hablar sobre el aspecto individual del ser humano en sus aspectos sociales, y en sus aspectos más individuales.
Estamos cada vez más abocados a la individualidad más extrema, a pesar de estar más conectados que nunca como tejido social, pero cada vez se acentúa más con el uso de las nuevas tecnologías, nuevas formas de comunicación entre las personas que prefieren la comunicación artificial a la real. Un mundo en el que en las sociedades más desarrolladas como la japonesa o la sueca, por poner dos ejemplos, con un aumento increíble del aislacionismo social con casos extremos como el de los Hikakomori (japoneses que no salen nunca de casa ni se relacionan con nadie por decisión propia). O de los terribles índices de suicidios en los países nórdicos, demuestra que a pesar de haber llegado al tope de la que podría denominarse, “felicidad social” y tener prácticamente todos los beneficios imaginables que podamos desear en una cuasi sociedad perfecta, demuestra que el individuo necesita algo más aparte del bienestar global como parte de una sociedad.
Por eso para mí, el individuo es el que marca la diferencia, y la relación humana cara a cara sigue siendo mejor que cualquier charla telefónica o chateo por el whattsapp o red social que se precie. Y que dentro de eso, hay una clase de personas que están por encima de los demás por su profunda capacidad para conectar individualmente con otros seres humanos. Humanos, demasiado humanos, siempre me gusta tener a personas cerca de mí con las que establecer relaciones más allá de las mecánicas.
Añoro esos tiempos en los que intercambiar un cd, un tebeo, una peli o un libro, era un ejercicio de comunicación personal entre 2 seres humanos. Y dentro de todos ellos, hay seres humanos capaces de solventar las más difíciles situaciones personales para simplemente ser eso, valientes en un tiempo de cobardes que se esconden detrás de la pantalla de un cacharro con Android o de la pantalla de un PC. Valientes como mi amigo Alfredo Martínez Pacheco, una persona de otro mundo y de otro tiempo, que ya no está con nosotros, pero que me ha enseñado a como ser un valiente en una era de cobardía individual. Va por ti, maestro.
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