El título del diagnóstico de hoy es un poco complejo y rebuscado a la vez, por no pensar qué cojones significa, alguno de vosotros podréis decir. Pero es mucho más sencillo de lo que parece, como os paso a explicar a continuación.
Me voy a poner en plan abuelo cebolleta otra vez, a la época en la que tenía 16 o 17 años, y amaba la música por encima de muchas otras cosas, y uno de mis mayores afanes era escuchar lo último de mis bandas favoritas, e ir a ver en directo a mis artistas más idolatrados. Yo también compartí el sueño de todo adolescente que ama el rock como una religión, de ponerme encima de un escenario, e intentar ser una Rock Star.
Pero nunca tuve la constancia y las ganas necesarias para hacerlo, porque aunque sí intenté comprarme un ampli y una guitarra, e intenté que algún amigo me enseñara dándome algunas clases para ello (el aquí presente Mortzestus ejerció como tal como bien recuerda el mismo). Pero no fue más allá de una de las miles de cosas que todo adolescente empieza pero nunca acaba por muchos motivos, en esos momentos en los que necesitas expresarte de algún modo con tu entorno y no sabes cuál es el mejor modo de hacerlo.
Me imagino que al final después de mucho probar, te quedas con aquello que de algún modo, te ha hecho conectar mejor con las personas de tu entorno, algo que me aporta como ninguna otra cosa la radio a través de los micrófonos de nuestro circo ambulante. Y es que el mundo de la música es desde fuera muy glamouroso y atractivo, un concepto vital que se resume en la típica frase sexo, drogas & rock and roll. Pero hay muchas más cosas en el camino, ya que al fin y al cabo es algo que exige mucho esfuerzo y dedicación aunque se piense lo contrario desde fuera.
Yo tengo el privilegio de contar con algunos amigos cercanos que se dedican al difícil y poco agradecido mundo de la música, como el antes mencionado compañero Mortzestus (que como bien sabéis muchos de vosotros, ahora tiene un gran reconocimiento en una banda como es El Coleccionista). Pero hasta que han llegado a él, han tenido que recorrer un largo camino, lleno de muchos sinsabores, de muchas alegrías, pero sobre todo, mucho trabajo detrás de sus espaldas.
Muchos kilómetros, muchas horas de ensayo, muchas cosas a las que renunciar por la música como la familia o amigos, o una vida menos tumultuosa. Cosas a la que muchos músicos renuncian por un futuro incierto de éxitos por llegar, pero al que no renuncian porque llevan en la sangre su amor por la música.
Este es el caso de la banda de nuestros invitados, Days of Heroes, y de su cantante, Tweety. Veterano de guerra de multitud de bandas de la escena underground madrileña a pesar de su juventud, es el exponente de la inconformidad y de la persistencia de una propuesta, la de las ganas de agitar nuestro epitelio a través del dinamismo y electricidad de su propuesta.
Aunque no voy a entrar en detalle en su propuesta todavía, porque para eso les vamos a entrevistar y nuestro taxista favorito Travis nos los presentará adecuadamente a continuación, quería reivindicar en este diagnóstico una cara olvidada más que desconocida, olvidada, de la figura del músico, más allá de la imagen idílica que tenemos de ella. Porque hacen falta cada vez más “Heroes” en nuestra escena musical, es un placer tenerles aquí de nuevo y disfrutar de su música en directo, así que Bienvenidos amiguit@s de Days of Heroes a nuestro circo ambulante.
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