…que las editoriales me tomen por imbécil.
Que sea un Peter Pan, amante de aquellas aficiones que en muchos casos me llevan a no querer crecer, no significa que no sea adulto y llegue un punto en que esa parte de mí que menos me gusta tome el control y diga: “hasta aquí hemos llegado”.
¿A qué me refiero con todo esto? Pues a cómo tratan a sus franquicias las editoriales de cómic de superhéroes. Cuando nosotros nos las tomamos como algo visceral y que amamos, ellos las toman como productos comerciales que vender, utilizando argucias que nada tienen que ver con el amor que muchos de nosotros las profesamos. Por eso siempre he odiado los tejemanejes editoriales y esas leyes absurdas que utilizan para regir el negocio. Sí, amiguitos, el negocio, no os olvideis de eso nunca.
Ya he dedicado demasiados editoriales a cagarme en los reboots y a la sobrexposición de personajes o temáticas pretendidamente adultas. Es gracioso el uso que se hace de algunos personajes: Wonder Woman con pantalones o Starfire o la Bruja Escarlata mostrando más carne de la debida, aunque la lleven ceñida como la faja que lleva mi abuela. O el evitar que se muestren circunstancias propias de una escena sexual entre dos personajes adultos. Señores, la mayoría de personas que leen esos cómics y los coleccionan, es decir, los que les dan negocio a ustedes, superamos los 30 años con lo cual dejémonos ya de hostias.
¿Y por qué no se hace esto? Evidentemente porque piensan en lo que dirá o hará el foro de las familia estadounidense y su obsesión con el control granhermanístico de sus industrias del entretenimiento. Una muestra más de ese pensamiento mojigato que cree que si un niño lee un cómic en el que se ve a dos adultos con super poderes arrimando la cebolla, se va a quedar ciego, se le pondrá el ombligo azul, o se le caerá el pito a trozos.
El intento de atraer nuevos lectores al cómic choca con lo que en él se narra, algo que me parece una soberana gilipollez porque es contradictorio que se fichen a los mejores autores (Brian Michael Bendis, Warren Ellis, Grant Morrison o Mark Millar) para contarnos historias de adultos, que se visten con el corsé políticamente correcto del “É pá loh niñoh”.
Por otro lado más allá de eso, la supervivencia del cómic de superhéroes está, en como decía en uno de los artículos de la maravillosa sección de La Columna Vertebral de nuestra hermana revista Dolmen, escrita por el fantástico redactor Koldo Azpitarte, en poner a los mejores autores para contar las mejores historias. Aunque suena un poco nazi, si se les deja la suficiente cancha para poder contar las mejores historias posibles, quizá y solo quizá se podría realizar un proyecto de futuro consistente. Máyormente, en un momento en el paradójicamente las dos grandes editoriales Marvel y DC están dirigidas, o lo han estado recientemente, por gente del propio sector no ajena a la industria como Joe Quesada, Jim Lee o Geoff Johns.
Dicho lo cual, amiguitos, y esperando que no pase lo que cantaba Kula Shaker en su tema Peter Pan RIP, que se muera nuestro niño interno que no quiere crecer, espererando que nos tomen en consideración un poco antes de hacernos adultos del todo.
Que sea un Peter Pan, amante de aquellas aficiones que en muchos casos me llevan a no querer crecer, no significa que no sea adulto y llegue un punto en que esa parte de mí que menos me guste, tome el control y diga “hasta aquí hemos llegado”.
¿A qué me refiero con todo esto? Pues a cómo tratan a sus franquicias las editoriales, cuando nosotros nos lo tomamos como algo visceral y que amamos, ellos lo toman como un producto comercial que vender, utilizando argucias que nada tienen que ver con el amor que muchos de nosotros las profesamos. Por eso, siempre he odiado los tejemanejes editoriales, y esas leyes absurdas que utilizan para regir el negocio. Sí, amiguitos, el negocio, no os olvideis de eso nunca.
Ya he dedicado demasiados editoriales a cagarme en los Reboots, y a la sobrexposición de personajes o temáticas pretendidamente adultas. Es gracioso el uso que se hace de algunos personajes como el ponerle pantalones a Wonder Woman o que Starfire o la Bruja Escarlata muestren mas carne de la debida, aunque la lleven ceñida como la faja que lleva mi abuela. O evitar que se muestren circunstancias propias de una escena sexual entre 2 personajes adultos. Señores, la media de personas que leen esos comics y los coleccionan, es decir, los que les dan negocio a ustedes, superamos los 30 años, con lo cual dejémonos ya de ostias.
¿Y porqué no se hace esto? Evidentemente porque piensan en lo que dirá o hará el foro de las familia estadounidense y su obsesión con el control Granhermanístico de sus industrias del entretenimiento, y el pensamiento mojigato de que si un niño lee un comic en el que se ve a dos adultos con super poderes arrimando la cebolla, se va a quedar ciego, se le pondrá el ombligo azul, o se le caerá el pito a trozos.
Me refiero a que el intento de atraer nuevos lectores al comic, choca con lo que en ellos se narra, algo que me parece una soberana gilipollez, porque es contradictorio que fichen a los mejores autores del comic, gente Brian Michael Bendis, Warren Ellis, Grant Morriosn o Mark Millar para contarnos historias de adultos, y luego las vestimos de un corsé políticamente correcto de que ese producto “É pá loh niñoh”.
Por otro lado más allá de eso, la supervivencia del mismo está, en como decía en uno de los artículos de la maravillosa sección de “La columna Vertebral” de nuestra hermana revista Dolmen, escrita por el fantástico redactor Koldo Azpitarte, en poner a los mejores autores para contar las mejores historias, algo que queda un poco nazi, pero si se les deja la suficiente cancha para poder contar las mejores historias posibles, quizá y solo quizá, se podría realizar un proyecto de futuro consistente. Porque resulta chocante que, las dos grandes editoriales, Marvel y DC, están dirigidas o lo han estado recientemente, por gente del propio sector no ajena a la industria, como Joe Quesada, Jim Lee, o Geoff Johns. Dicho lo cual, amiguitos, y esperando que no pase lo que nos cuenta Kula Shaker en la canción que nos acompaña de fondo, “Peter Pan RIP”, que se muera nuestro niño interno que no quiere crecer, espererando que nos tomen en consideración un poco antes de hacernos adultos del todo.Que sea un Peter Pan, amante de aquellas aficiones que en muchos casos me llevan a no querer crecer, no significa que no sea adulto y llegue un punto en que esa parte de mí que menos me guste, tome el control y diga “hasta aquí hemos llegado”.¿A qué me refiero con todo esto? Pues a cómo tratan a sus franquicias las editoriales, cuando nosotros nos lo tomamos como algo visceral y que amamos, ellos lo toman como un producto comercial que vender, utilizando argucias que nada tienen que ver con el amor que muchos de nosotros las profesamos. Por eso, siempre he odiado los tejemanejes editoriales, y esas leyes absurdas que utilizan para regir el negocio. Sí, amiguitos, el negocio, no os olvideis de eso nunca.Ya he dedicado demasiados editoriales a cagarme en los Reboots, y a la sobrexposición de personajes o temáticas pretendidamente adultas. Es gracioso el uso que se hace de algunos personajes como el ponerle pantalones a Wonder Woman o que Starfire o la Bruja Escarlata muestren mas carne de la debida, aunque la lleven ceñida como la faja que lleva mi abuela. O evitar que se muestren circunstancias propias de una escena sexual entre 2 personajes adultos. Señores, la media de personas que leen esos comics y los coleccionan, es decir, los que les dan negocio a ustedes, superamos los 30 años, con lo cual dejémonos ya de ostias.¿Y porqué no se hace esto? Evidentemente porque piensan en lo que dirá o hará el foro de las familia estadounidense y su obsesión con el control Granhermanístico de sus industrias del entretenimiento, y el pensamiento mojigato de que si un niño lee un comic en el que se ve a dos adultos con super poderes arrimando la cebolla, se va a quedar ciego, se le pondrá el ombligo azul, o se le caerá el pito a trozos. Me refiero a que el intento de atraer nuevos lectores al comic, choca con lo que en ellos se narra, algo que me parece una soberana gilipollez, porque es contradictorio que fichen a los mejores autores del comic, gente Brian Michael Bendis, Warren Ellis, Grant Morriosn o Mark Millar para contarnos historias de adultos, y luego las vestimos de un corsé políticamente correcto de que ese producto “É pá loh niñoh”.Por otro lado más allá de eso, la supervivencia del mismo está, en como decía en uno de los artículos de la maravillosa sección de “La columna Vertebral” de nuestra hermana revista Dolmen, escrita por el fantástico redactor Koldo Azpitarte, en poner a los mejores autores para contar las mejores historias, algo que queda un poco nazi, pero si se les deja la suficiente cancha para poder contar las mejores historias posibles, quizá y solo quizá, se podría realizar un proyecto de futuro consistente. Porque resulta chocante que, las dos grandes editoriales, Marvel y DC, están dirigidas o lo han estado recientemente, por gente del propio sector no ajena a la industria, como Joe Quesada, Jim Lee, o Geoff Johns. Dicho lo cual, amiguitos, y esperando que no pase lo que nos cuenta Kula Shaker en la canción que nos acompaña de fondo, “Peter Pan RIP”, que se muera nuestro niño interno que no quiere crecer, espererando que nos tomen en consideración un poco antes de hacernos adultos del todo.
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