Uyuyuyuyuyyyy, casi se me escapa en inglés, que la música es para foll… Pues eso, que la música nos despierta también nuestros instintos más primarios, y uno de los más recurrentes, claro, es el sexual.
No solo se utiliza la música para hablar de amor o desamor, de tristeza o evocación. También, habla y mucho, de sexo y arrimar la cebolla. Me ha venido esta idea a la cabeza cuando preparando el programa, he estado leyendo un poco acerca de la vida de uno de los protagonistas de las secciones, en concreto del Rincón del Vinilo, cuyo protagonista es conocido sobre todo por ser un Fucker de tomo y lomo, Darondo.
Pero no vamos a hablar de él en el diagnóstico, ya que nos dará razones de sobra Javi Kingston dentro de un rato. Quiero hablar del uso de la música en todas las vertientes, como instrumento para el ligoteo, el arriming onion, o sea, el escarceo sensual y sexual más explícito. Pero de un modo elegante, porque para follar se puede ser un truhan pero hay que ser un señor, ya que hoy en día se puede lograr muy fácilmente del modo más simiesco con músicas como el reggeatton y derivados.
La música negra siempre ha tenido un poder sexual en sí misma que tiene que ver con la misma raíz de la música popular como la conocemos actualmente. El Soul, el Jazz, el Funk…son todos estilos primigenios que nos evocan nocturnidad y alevosía, ejercicios de personas intercambiando miradas, bailes lascivos, sudor en el centro de la pista. La noche y el alcohol no serían lo mismo sin música que nos acompañara y desata esos instintos básicos en la búsqueda ancestral de la danza ritual del sexo.
Siempre hemos afirmado desde nuestro circo ambulante, que la música es un detonador natural de esos instintos en su forma más pura y esencial, y no debemos sentirnos mal por dejarnos guiar por esos instintos. Pero sí que debemos poder tener capacidad racional para poder guiarnos por la sensualidad y la capacidad de elección, para intentar ser un poco más humanos en el desenfreno sexual.
Quiero decir que no es lo mismo dejarnos seducir con la clase y elegancia de canciones de The Afghan Whigs o Pulp, por poner dos ejemplo extremos y diversos para alcanzar un mismo objetivo, que por Daddy Yankee. Incluso si me apuráis, la sensualidad andrógina de Suede, pasando por los ritmos machacones y violentos del Eurodance noventero que estamos escuchando de fondo, apelan a un instinto refinado más allá de la zafiedad de ciertas músicas. La forma de intentar tener un subidón musical en todos los sentidos, es diverso afortunadamente, y la única barrera que tenemos es nuestros prejuicios.
Romper tabúes y barreras sociales, que son obstáculos para algo tan natural como sentir a través del pabellón auditivo y la carne. Con este diagnóstico quería reinvidicar un hecho incontestable y que me admitiréis que habéis padecido en algún momento en vuestras vidas, amiguit@s, ya que es parte de nosotros igual que lo es el instinto del placer a través de la reproducción.
Asi que esta noche en vuestras casas, o si salís esta noche a la selva nocturna de caza, parapetaros de buena música sensual, y os deseo la mejor de las suertes en el lanzamiento de dardos del amor.
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