Escogiendo canciones, seleccionando sentimientos.
Es un hecho de dominio público que a los que formamos este circo ambulante nos encanta hacer listas. Nos encanta clasificar y jerarquizar. Pero no somos los únicos, es una tendencia natural en el ser humano el clasificar y analizar todo lo que le rodea y elegir lo que es mejor para si mismo.
Y para el human monster voraz y depredador de la música también lo es. Yo mismo desde mi modesta perspectiva, también lo suelo hacer contando historias a través de las canciones que las componen, en nuestro programa hermano, Dalealrec!!!. Y es que de la forma en que alguien clasifica, a través de su criterio de selección, es como llegamos a conocerle profundamente, ¿no os parece?
Me imagino que muchos de vosotros recuerdan una maravillosa película traducida al español como Alta Fidelidad, protagonizada por John Cusack, basada en el libro homónimo escrito por Nick Hornby. En él, asistimos al típico enredo romántico entre una pareja con sus encuentros y desencuentros, aderezados con la particular banda sonora extraída de la mente del protagonista, el cual es capaz de poner una canción a cada momento de su vida o estado de ánimo. Sin contaros ni spoilearos demasiado: es obvio sentirnos plenamente identificados con su protagonista cuando elige determinadas canciones para ilustrar su soledad y su vida en obras o como ilustra el ser un loser a través de ellas, al no ser lo que los demás esperan de él.
A mí me pasa a veces, me encantaría contagiar a los demás de mi entusiasmo cuando escucho una u otra canción que me pone energético en un momento de subidón. Pero, otras veces me gusta compartir la languidez del hastío vital cuando no veo salida a ciertos momentos de bloqueo mental, o incluso cuando no veo salida o sentido a la vida. También, esos momentos en que estás enamorado, estás en una nube y te gustaría que todo el mundo a tu alrededor sienta lo mismo.
La música tiene esa capacidad de llegar hasta el corbejón de los sentimientos de una manera profunda, inmediata e íntima que ninguna otra forma de expresión emocional tiene. Por eso, amiguitos, tener el privilegio de compartir eso con todos vosotros es un placer. Escuchar listar los sentimientos de mi amiguito Travis otro año a su lado, todavía lo enaltece aun más. Así que no os perdáis este viaje a las entrañas del epitelio del taxi.
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