Esto es lo que prometían los shows de dibujos animados de Disney en la canción de intro al comienzo de cada uno de los mismos, y creo que toda una generación de críos de mi edad, recordamos pasar una infancia cautivados por este lema. Porque para nosotros Disney era lo más, el poder ver una película de animación o una serie de dibujos con los personajes de Walt Disney, era poco menos que alcanzar el nirvana para muchos de nosotros.
Pero no solo en cuanto a dibujos animados, cualquier cosa relacionada con la marca del ratón, nos tenía fascinados. Todavía conservo por la parcela de mis padres, la Enciclopedia de los Jóvenes Castores o el Manual de los Jóvenes Castores (quizá por eso fue tantos años monitor de Tiempo Libre y me lo pasé tan bien).
O las cintas para ver pequeños pero divertidos episodios cortos de Disney a través de la pantalla de mi Cinexin, que tanto añoramos y reivindicamos los que vivimos nuestra infancia en los años 80. pero esto no es nada comparable a la añoranza que siento de mis comics de Disney, esos Don Miki y Don Donald publicados por entonces por la Editorial Montena. Es uno de esos puntos negros de la infancia de cada uno, y que seguro que muchos de vosotros os sentís plenamente identificados con lo que os voy a contar.
Básicamente en el proceso de cambio de niño a adolescente, aunque sigues coleccionando comics, lo haces de otro género y estás interesado en otras muchas cosas, como en su momento a comienzos de los 90 eran los superhéroes, con los Xmen e Image totalmente On fire. Y dejas otra serie de comics de lado, porque sientes que van más dirigidos a un público más infantil.
Lo que pasa es que en ese proceso, te encuentras un día por casualidad uno de ellos, ya más mayor, con 18 o 20 años, y no recordabas que fueran tan buenos y entretenidos estos comics para niños, e intentas averiguar qué fue de todos esos tebeos. Preguntas a tus padres, y te responden lo que ya esperabas, algo que era habitual en aquella época, y es que seguramente o los habían tirado, o los habían heredado tus primos o vecinos más pequeños, niños que te preguntas si podrán valorar alguna vez del mismo modo los comics que pasaron por tus manos.
Siempre me arrepentiré de no haberlo hecho lo suficiente, porque cuando pasa el tiempo e intentas un poco objetivizar tu pasado, te das cuenta de que efectivamente, eran comics fascinantes, llenos de aventuras y muy bien hechos, dibujados por maestros de la casa disney, algunos de los cuales suponías que debían de ser genios para poder estar dibujando a tus personajes favoritos.
Mentiría si dijera que ahora siguen siendo mis comics favoritos o que no puedo vivir sin ellos, pero sí que lo fueron en mi infancia. Porque cuando eres un niño no entiendes bien como funciona el mundo, y alguno de los chistes de Mortadelo no los terminas de pillar, pero con la ayuda de los comics de Disney, disfruté como un enano que era por aquel entonces, de descubrir la geografía mundial, de que los problemas se afrontan mejor con una sonrisa en la cara. Todo ello a través de las alucinantes y divertidas aventuras, de los comics de la casa de la fantasía de Disney, el mundo era, es y será, un fantástico mundo de colores.
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