Cuidado, perdona vidas.
Voy a dramatizar una conversación entre dos personas, que me imagino habréis escuchado una y mil veces en cualquier librería de comics que soléis visitar:
– ”¿Conoces a Lucas Grijander, que dibujó, guionizó y rellenó los porros que fumaba mientras creaba My Oujal Scratch Me (traducido libremente como me pica el ojetón?”.
– “Ah no, no lo conozco, pero seguro que tú conoces también a Freakman Royuela, que tiene un pedazo de programa de radio de cultura freak que se llama La Parada de los Monstruos y en el que defeca en pedantes como tú”.
Aunque esto es una versión un poco libre de lo que pasa en la realidad en una situación como esa, no dista mucho de lo que puede llegar a pasar. Es una constante el hecho de que hay gente que necesita continuamente demostrar lo mucho que conoce un tema y lo muy en profundidad que lo domina delante de los demás.
Yo soy partidario de que todo el mundo busca en mayor o menor medida un reconocimiento en los demás y el demostrar la sapiencia o conocimiento propio acerca de un tema. Pero la humildad, desgraciadamente, no es algo que se encuentre tampoco en el mundo del cómic, quizá por la capacidad intrínseca del medio de ser consciente de su elitismo y el ser un arte tan minoritario.
Muchas veces ponemos en nuestro imaginario particular a esas personas con esa falta de ego propio y que necesitan reafirmarlo de ese modo delante de los demás continuamente. Los mal llamamos gafapastas son una concreta tipología de esta especie particular del ser humano tan preocupada por comparar el tamaño de su miembro conceptual, ya que su falo real no llega al tamaño de micro-pene.
Es un placer enorme para mí cagarme en ellos, en esos pedazo de gilipollas, ya que suele coincidir que no solo son feos por fuera, sino también lo son por dentro, siendo incapaces de entender que a nadie le importa lo mucho que conocen en profundidad ese tema, ya que lo realmente importante es ser didáctico sin pretenderlo u obligar a nadie a serlo. Esto es algo fundamental para nuestro circo ambulante, amiguitos, en el que la humildad es una de nuestras señas de identidad, a pesar de contar con algunos de los más expertos conocedores de aquello que denominamos con cariño, subcultura, cultura freak o formas alternativas de disfrutar de vuestro tiempo libre.
Excelente artículo amigo Freakman… aplicable a casi toda área de socialización en esta p. vida: coche, casa, móvil, pivita/o, etc, etc.
Es triste pero -bajo mi “humilde” opinión- estamos todos metidos en esta puñetera “carrera de ratas” llamada sociedad de consumo. Si no fuera por vosotros no podría reírme a gusto de ella.
un saludo,