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Lo digo en inglés, porque creo que queda más cool. Decir “fifteen” queda mejor que decir “quince” en cualquier sitio dentro del ámbito trendie. Pero qué coño, quince es un número cojonudo.

Quince es la edad mental entendida en el buen sentido, de todos aquellos que creemos que es mejor ver la vida adulta como algo excitante y novedoso, que no como algo erosionante y destructivo. Llega un momento en la vida, en la que los años no pasan igual que antes, cuando cada minuto y hora contaba como si fuera el último, porque todo era nuevo y excitante, y había que exprimir el tiempo al máximo.

Pero hay que buscar siempre motivos y razones para seguir disfrutando de la vida, y estos los podemos buscar muy habitualmente en nuestras aficiones como es mi caso, y en compartirlas con amigos, como es también el mío con este diagnóstico. Porque una de las cosas que hacen que cuando cada nuevo año llegue merezca la pena, es poder seguir disfrutando de hacer este repaso anual de los mejores discos del año que se acaba con mi amigo Raul del Olmo AKA Travis.

15 años nos contemplan en el ejercicio de intentar hacer un trabajo honesto y desde las entrañas, y esa lista es el reflejo de un espíritu que acompaña a la sección de Ruido y a nuestro circo ambulante desde que se creó en el lejano año 2000. La vida nos va quitando cosas a lo largo de la misma, como no poder jugar los domingos por la mañana porque ya ninguno de los amigos del barrio de toda la vida puede compaginarlo con sus horarios, o por ejemplo, ese familiar que por motivos laborales se ha tenido que desplazar a otro país o provinvia, y ya no podemos quedar los jueves por la tarde a ver el partido de fútbol en el bar de enfrente y hablar de bandas mientras buscamos parecidos de los futbolistas con rockstars.

Pero la vida nos aporta otras muchas cosas mientras los años van pasando, en casos el poder compartir la vida con tu pareja, hijos, y hacer cosas con ellos como si fueran nuevas, o los que siguen sin esa pareja, descubrir que hay realidades en la luz del sol más allá de la oscuridad nocturna donde todos los gatos son pardos, y se pueden conocer también muchas personas y cosas nuevas que hacer durante el día. La vida al fin y al cabo consiste en eso, en explorar.

Porque hay cosas que permanecen y no se agotan nunca, de esas que vez que llegan, te siguen aupando y seguir teniendo ganas de seguir explorando y descubrir cosas nuevas. Y ese es el caso de lo que nos propone año tras año nuestro taxista favorito después de 15 años. 15 años en los que hemos ido explorando el panorama musical en todo su esplendor y desde todos los prismas, co el particular ojo clínico del radiocasette del taxi más radiofónico qué existe.

Desde luego que si hay una capacidad que creo que no tengo es la de adivino y no tengo la facultad de saber qué es lo que pasará mañana, dentro de un mes o el año que viene. Pero en este caso sí puedo aseguraros que este mes y el que viene en la sección de Ruido, vamos a vivir dos sesiones intensas de radio epitelial, en la que las emociones estarán a flor de piel, y en la que los discos y canciones que suenen durante estas 4 horas y pico de resumen, forman parte de nuestra vida. Porque describen momentos vitales de la historia de una amistad que dura más de 30 años, y de la que 15 de ellos están bien resumidos en estos minutos de radio para quien en el futuro alguien quisiera conocer, como era la amistad que unió a dos viejos amigos del madrileño barrio de Aluche, y cuyos nombres eran David Royuela López y Raul del Olmo Echeguren.